Hace unos días, mientras grababa un poco de lo que tocaba en mi nuevo juguete, la batería, me metí un baquetazo en un ojo. Ahora que estoy escuchando esos minutos musicales, me doy cuenta de tres cosas. La primera es que el baquetazo estaba más que merecido. La segunda es que he descubierto cómo provocarme dolores de cabeza. La tercera es que a veces, el suicidio es la mejor opción. La cuarta es que Eneko está conmigo escuchando y si ya antes estaba jodido de la cabeza, acabo de rematarlo. Y la quinta es que no sé contar.

Por cierto, cuánto tiempo, ¿no?