Hoy este blog cumple un año… un mes y diecinueve días, y para celebrarlo, rescato el primer texto de más de tres líneas que escribí. Felicidades, conejillos cuatro ojos.

«El niño que quería ir a las paraolimpiadas de Currubedo.

Había una vez un niño que quería ser bueno con sus padres y con la gente en general. Su mayor sueño era estudiar mucho mucho y ser alguien decente en la vida. No le gustaba la gente mala, pero sí que le gustaba andar por el campo y ver las flores y las margaritas y comer verdura. Un día incluso ayudó a una señora que era muy mayor a cruzar la carretera y todo. Pero vino un camión y los mató a los dos.

En la misma ciudad vivía Torbegildo, y su mayor sueño era ir a las paraolimpiadas de Currubedo. Pero había un problema, y es que el chaval estaba entero. Incluso le sobraba. Pero él no cejaba en su empeño. Como era un cobarde de cojones, no se atrevía a cortarse él mismo un brazo o una pierna, pero si tuviera un accidente…
Nuestro querido Torbegildo salió a la calle en busca de aventuras y accidentes. Lo primero que vió en la calle fue la propia calle, y lo segundo un autobús que estaba cargando gente para llevarla a sitios a los que iban, porque nadie pilla el bus para otra cosa. Entonces a nuestro querido Torbegildo se le ocurrió la maravillosa idea de pensar a ver si se le ocurría algo. En estas un piano que estaba siendo subido para arriba bajó de pronto y mató a un viejo que estaba justo a su lado. Y Torbegildo dijo: Uuuyyy.

Así que se fue al cine a ver Jason X por si le venía la inspiración sobre muñones y amputaciones. Pero no entró a ver la Jason X que él pensaba, si no otra Jason X, en la que la gente era más feliz en la película y no se clavaban cuchillos si no otras cosas que Torbegildo no pensaba que servían para clavar. Pero la gente que iba a ver la película pasaba miedo igual porque todos gemían y suspiraban.

Como se aburría y no entendía la película, pues se salió para afuera del cine. Conviene, se dijo, planificar artimaña simple aunque efectiva a fin de alcanzar nuestro propósito establecido. Sí, tienes razón, se respondió. Y allá fue nuestro chaval, el muy imbécil, a la vía del tren, porque sabía que el expreso de las ocho y media llegaba ahora, a las cinco menos 48. Fue corriendito hacia la vía y para atajar atravesó por una nave industrial de cortes de acero. Había un señor con una radial que a punto estuvo de cortarle una pierna, pero Torbegildo fue rápido y pudo esquivarla, pero al esquivarla tropezó con un señor con una taladora que se le cayó de las manos e iba a parar a la cabeza de Torbegildo, si no fuera porque Torbegildo saltó hacia atrás, pero como el ojo del culo no ve, no pudo ver que había un señor controlando una grua que llevaba láminas de acero y que al darle el topetazo le dió sin querer al botón de soltar láminas de acero y las susodichas cayeron de lado sobre Torbegildo y los señores todos. Pero Torbegildo hizo un carpado hacia atrás, dejó el carpado en el suelo y saltó para evitar daños mayores. Los tres hombres estos de antes murieron despedazados. Torbegildo ante tal baño de sangre pensó que como no se había traido el champú, lo mejor sería salir por patas. Lo pensó mejor y salió por la puerta.

Mientras, se puso a cavilar en lo sucedido, y al darse cuenta de las oportunidades perdidas, empezó a cabezazos con una pared mientras se llamaba imbécil. Y de una putísima vez llegó a la vía del tren. El expreso de las 20 y 30 llegaba temprano, porque aún no eran las 50 y ya asomaba por la vía. Así que Torbegildo aguantó firme en los raíles mientras esperaba el embestimiento con cara de estreñido. El maquinista lo vió e intentó frenar el convoy como fuera. Milagrosamente, el aparato se quedó a tan sólo dos centímetros y tres kilómetros de nuestro amigo. Torbegildo cabreado se cagó en la puta madre del organizador de los juegos paraolímpicos porque pensaba que nunca podría hacer realidad su sueño. Y mientras la madre esa se sacaba la mierda de la cabeza le pegó al Torbegildo tal paliza… pero tremenda paliza, que teníais que verla, ¿oiste? Y Torbegildo era feliz recibiendo ostias, porque pensaba que podría quedar acorde al sistema paraolímpico. Y como la tipa veía que Torbegildo se descojonaba mientras le sacudía, pos le dió con más fuerza. Torbegildo era feliz, feliz como sólo un niño puede ser feliz. Y se evadió a un mundo de poesía y mágica lírica en el que todas las palabras que se articulaban eran como vocablos de ángeles benditos tocados por un aura mística celestial. Tal que así: “te voy partir la cara, enano de mierda, te vía arrancar las piernas, vas a aprender a cascártela con la boca porque te voy dejar sin brazos, subnormal…” Oh, palabras divinas. Pero la pájara esta se fué y apareció por ahí George Clooney y dijo oh, dios mío, un niño herido, y se lo llevó para Urgencias aunque tuvieron que esperar a la madrugada porque es cuando la emiten.

George Clooney lo curaba mientras ponía cara de George Clooney y Torbegildo no se dejaba. Pero al final lo curó.

Y Torbegildo, que hasta ahora siempre había sido optimista y esperanzado, golpeaba una lata calle abajo, cabizbajo, bajo la lluvia que caía. Pero de repente dijo: Oh, llovía y ahora no. Y un viejo que pasaba dijo: chaval, tú tas tonto. Questá lloviendo a mares, joé. Y otro viejo dijo: diga usté que sí, putos críos, luego enferman y todo son poblemas. Y el primer viejo dijo: usté métasen sus asuntos, ¿quien la dao vela neste entierro? Y el otro dijo: entierro el suyo, carcamal.Y Torbegildo dijo: no, que digo que antes yo vía y ahora ya no veo. Y mientras los viejos morían infartados y lo corrían a paraguazos, Torbegildo corría él sólo calle arriba, pletórico de felicidad, metiéndose ostias con todas las farolas, porque se había quedado ciego perdido.

Su madre preocupada lo llevó al oculista, quien le dijo: eso es de no comer zanahoria. Y Torbegildo pensó que quizás era verdad, porque no recordaba haber visto nunca un conejo con gafas. Y al fin sonaron las trompetas y Torbegildo pudo ir a las paraolimpiadas de Currubedo, donde ganó las medallas de oro en tiro con arco, tiro al blanco y tiro de precisión, que ganó por ser el único que no mató a nadie.

Pero resultó que lo que Torbegildo tenía en los ojos eran cataratas, y un día se le salieron de madre y se ahogó. Y Torbegildo murió.»

Y así es como el amigo tyler se hace un grandes éxitos de sí mismo, asín, por el morro, y lo cuela como aniversario. En fin… Pues sí. Merry Pippins tu ol of yu.